Dioshablando
la familia
Cómo formar hijos de bien
Formar a un hijo o varios hijos de bien, es uno de los retos más difíciles para los padres de hoy, pero al mismo tiempo es uno de los más gratificantes. Con todo eso, muchos padres aún no toman la iniciativa que deberían en este mundo tan complejo y convulsionado.
La vida moderna difiere mucho de las décadas pasadas, lo cual también equivale a variantes en las formas de criar hijos en relación a lo que nuestros padres usaron con nosotros; porque a decir verdad, la forma en que nos criaron tiene relación en el cómo vamos a criar a nuestros propios hijos, ya sea esto efectivo o no.
No obstante, hay principios universales e inalterables en la formación del carácter y la personalidad de un ser humano, y estos tienen mucho que ver con el producto final que obtendremos en la formación de cada uno de nuestros hijos. Para tal efecto, es necesario aplicar estos principios que yo denomino “herramientas”, cuyos usos darán como resultado una excelente labor paternal.
1. Amor. Todo padre y madre aman a sus hijos, aunque no necesariamente saben expresarlo. Esto se debe a que cuando ellos también fueron hijos no recibieron muestras de afecto y aprecio por parte de sus padres. Y en el intento por llenar ese vacío en la interacción con sus hijos, buscan sustitutos materiales lo cual no logra satisfacer la necesidad de afecto y ternura que todo ser humano -particularmente niño o adolescente- necesita.
Los hijos carentes de aprecio y apego de sus padres, procurarán conseguirlo en otros lugares, y lamentablemente por su inmadurez se refugian en cosas poco nobles. Ante esto los padres reaccionan con desconcierto al no entender por qué sus hijos a quienes no les falta “nada” terminan en situaciones horrendas. Todo esto se podría evitar si los padres colmaran a sus hijos de abrazos, besos, aprecio, estimación, etc. Si no lo sabía, el amor no tiene sustitutos.
2. Autoridad. El ejercicio de la autoridad es imprescindible en el propósito de salvaguardar a nuestros hijos de los flagelos que vienen azotando y destruyendo a nuestra joven generación. Jamás sea permisivo o condescendiente con lo malo o lo incorrecto. Nuestros hijos necesitan referentes de conducta, establezca parámetros de lo que es permitido y de lo que no se permite en casa. Jamás celebre cuando sus hijos usan de groserías o cuando se tornan insolentes. Enséñeles a tener pudor y decencia, ya sea en casa o cuando estén fuera de ella.
Los hijos deben saber que los padres son la autoridad en casa y deberán someterse a ellos. Dicha autoridad siempre deberá ser ejercida con firmeza y determinación, esto equivale a ser inflexibles a las normas o reglas que ellos mismos han establecido para sus hijos. Se espera que quienes establezcan las normas sean los primeros en cumplirlas, esto será un buen recurso para que todos en casa hagan también lo mismo. La regla puede ser de hierro, pero los padres siempre han de mostrar ternura al exigir su cumplimiento, pues ellos saben qué es lo mejor para sus hijos.
3. Experiencia. Siempre oigo a los padres jóvenes decir que, es su inexperiencia lo que desencadenó en una serie de errores relacionados a la formación de sus hijos. Lo mismo dicen algunos padres no tan jóvenes y la mayoría de quienes han perdido o están perdiendo a sus hijos. Con el respeto que se merecen quienes afirman esto, debo decirles que esto no es tan exacto, por no decir que faltan a la verdad. En seguida, permítanme demostrarles lo contrario.
Ninguno llega desprovisto de experiencia para ser padre. Fue en nuestro entorno familiar siendo hijos que ganamos experiencia. ¿Recuerdas cómo te hubiera gustado que tu padre te abrace y te diga que te ama? Pero no lo hizo, y te dijiste: “Cuando tenga mis hijos, yo no seré igual”. O aquel día cuando tu padre se fue de casa para nunca más volver, ¿recuerdas que te hiciste la promesa de “nunca abandonar a tus hijos”?. Experiencias como estas nos marcan para siempre, y está en nosotros no volverlas a repetir. Pero también viviste experiencias gratas y maravillosas las mismas que son dignas de volverse a repetir con tus hijos. Echa mano de la maravillosa herramienta de la “experiencia” y aplícala en la formación de tus hijos.
4. Sabiduría. Conozco padres que no tienen instrucción, y que tampoco viven en las grandes urbes, ni son acaudalados, pero han sabido encaminar tan bien a sus hijos que ahora gozan del fruto de haber cumplido una estimable labor formativa. ¿Qué quiero decir con esto? Que es perfectamente posible que todas las personas podamos formar hijos de bien. Y para esto no se requiere ser tan inteligente, ni pertenecer a determinada clase social, sino usar cada una de la herramientas anteriores y dar lugar al uso de la sabiduría, digo esto porque es la que menos se usa hoy en día.
La sabiduría se define como “conocimiento profundo”. En filosofía se la conoce como “gnosis”, y en psicología se denomina “cognición”, pero también es: razón, criterio, entendimiento y sentido común. ¿Por qué digo que se la usa poco? Respondo con solo dos preguntas: ¿Se ha percatado qué poco criterio tienen innumerables padres al consumir alcohol en presencia de sus menores hijos?, ¿dónde está el sentido común de los padres al permitir que sus hijas adolescentes acudan a discotecas?. Es increíble, pero en pleno Siglo XXI todavía existen padres incautos e ingenuos, parece que no tienen “conocimiento” que los vicios ocasionan estragos en la familia y que las discotecas son centros de perdición para la juventud. Si este fuera su caso, lo invito a considerar lo que dijo el gran sabio Salomón: “Sabiduría ante todo, adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia. El obedecer a Dios es el principio de la sabiduría, y conocer al Dios santo es la inteligencia”. – Proverbios 4:7; 9:10
La obediencia de los hijos hacia los padres
La obediencia es un fruto de la vida cristiana. La obediencia como un simple código moral es de poco valor para Dios, pero como fruto espiritual es un olor agradable para gloria de su nombre.
Casi siempre usamos el texto de hoy para “recordarle” a los hijos el deber de obedecer, pero el lector cuidadoso se dará cuenta de que hay verdades maravillosas encerradas en el texto. Por ejemplo: ¿Cómo se hace para que la obediencia sea auténtica? ¿Por qué obedecer? La obediencia, ¿es el resultado de ser o el de hacer?
“Sé obediente”, dice Pablo. El apóstol va a la esencia de las cosas. Hay una enorme diferencia entre ser obediente y obedecer. El que simplemente, está dispuesto a obedecer, lo hará mientras sea vigilado. Su preocupación será la de que todo el mundo quede satisfecho al observar su comportamiento. Pero el que es obediente encara la obediencia no como un deber, sino como un estilo de vida.
La obediencia brota de un corazón regenerado y transformado por el Espíritu de Dios. Por eso el consejo de Pablo es que seamos obedientes en el Señor. No existe otro camino que nos lleve a la genuina obediencia; es sólo en el Señor. En su poder y en su gracia. Porque “esto es justo”, añade Pablo, y si recuerdas que la justicia no es apenas un atributo sino una Persona, entonces tendrás un cuadro completo de lo que el apóstol está queriendo decir: “Hijos, busquen a Jesús, hagan de él el centro de su vida, vivan en compañerismo permanente con él. Hagan de él su gran amigo. En él encontrarán el perdón, la transformación y el poder para vivir y para ser, y no solamente para aparentar“.
Si tú eres hijo, pregúntate: “¿Es Jesús una simple teoría, una doctrina, un nombre bonito que oí hablar a mis padres desde que era niño? ¿0 es Jesús un amigo en quien puedo confiar y con quien me gusta pasar mucho tiempo a solas?”.
Yo, como padre, pienso: “¿Estoy tratando de mostrarle a mis hijos a Jesús en Persona, o estoy más preocupado en que ellos “no se salgan de la línea”, sin preocuparme de enseñarles que el cristianismo no es simplemente colección de prohibiciones, sino un estilo de vida y compañerismo con la Persona más extraordinaria y maravillosa que el mundo jamás haya visto: Jesús?”.
Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Efesios 6:2
Instruye al niño en su camino...
Los creyentes deben criar a sus hijos para el Señor. Conviene recordarlo, porque siempre tenemos tendencia a desear que tengan éxito según las normas de la sociedad y esto, a veces, sólo para la satisfacción de nuestro orgullo de padres.
Nuestro profundo deseo debería ser que su potencial físico, psíquico, afectivo e intelectual ser primeramente para Jesucristo.
Una de las principales virtudes requeridas al creyente adulto es la obediencia al Señor. La práctica de esa virtud se facilita inculcándola a los niños desde muy temprana edad.
La obediencia que los padres piden a sus hijos debe aproximarse a la que el Señor pide a los padres: obediencia a su autoridad, que no es tiránica, no desordenada, ni egoísta, sino benévola y sabia. Irá acompañada de explicaciones, conforme a la edad de los niños.
Si preferimos no molestarnos, pasando por alto las desobediencias de ellos, no practicamos el amor según Dios, a pesar de las apariencias.
Bien sabemos que la mejor educación no dará la vida eterna a un hijo; pero los padres deben preparar el fuego: disponer el papel, las ramitas y la leña seca, pidiendo en sus oraciones diarias que el Señor coloque allí la llama de la fe.
"Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor" (Efesios 6:4).
Los hijos son herencia de Dios
¿Qué instrucción moral o espiritual les estás dando a tus hijos?
¿Les brindas el amor y el tiempo que necesitan valorándolos y estimándolos?
Amigo lector; ¡Sabes! los hijos son herencia de Dios, y su palabra dice que gran estima es el fruto del vientre. Nuestros hijos son un tesoro, son como un diamante en bruto y nosotros como padres tenemos la responsabilidad de hacer los cortes perfectos al diamante, para que salga todo su brillo y belleza, o dañarlo, de tal manera que sus cortes sean irreparables y nunca tengan brillo y valor real. Hay algo muy importante que nos tiene que hacer reflexionar: nuestros hijos son la bendición de Dios, ellos no son una casualidad en nuestra vida porque EL los formo en el vientre. (salmo 139:13)
Los esperamos durante nueve largos meses, imaginándonos como serán, a quienes se parecerán, tanto anhelo y expectativas pero al nacer y comenzar a crecer, parece que la importancia que tenían se desvía a otros asuntos como el trabajo y los compromisos con terceros, lo sujetamos a presiones diarias, y los vamos involucrando en nuestro mundo adulto y su afán, olvidándonos que ellos son frágiles y delicados, y nos damos cuenta de ello, sólo cuando sus actitudes y reacciones no nos parecen normales, y creemos que es demasiado tarde para cambiar todo y comenzar de nuevo. Pero a pesar que el tiempo es nuestro peor enemigo, es tiempo de reconocer que en nuestros hijos Dios nos ha entregado tesoros preciosos para que los cuidemos aquí en la tierra, y si no los hemos cuidado como corresponde, nunca es tarde para rectificar y comenzar de nuevo.
Consejos para empezar a criar a los hijos
Criar a los Hijos es Exigente
Si yo fuera a darle consejos sobre la crianza de los hijos a alguien que quiera ser mamá o papá, haría todo lo posible para ayudarles a entender lo exigente y consumidor de tiempo que es el cuidar de los niños. La crianza de los hijos suena a cielo para los que pronto se convertirán en mamás o papás, pero no mucho tiempo después de que el pedacito de alegría llega, la mayoría comienza a buscar consejos acerca de la crianza. ¿Por qué? Aunque todos sabemos que la crianza de los hijos es exigente, a la mayoría todavía nos toma por sorpresa.
Cuando yo tuve mi primer bebé, no tenía la menor idea de cuánto tiempo le iba a dedicar a cuidar de mi hijo. Debido a que yo era tan ignorante, realmente pensaba que ser mamá no iba a cambiar mucho mi estilo de vida. Todavía tendría tiempo de hacer lo que quisiera hacer, cuando y donde quisiera. Estaba completamente equivocada, y por lo tanto, totalmente desprevenida. Me deprimí debido a la atención constante que él necesitaba. Fue una adaptación tan dura para mí, porque no tenía ninguna idea del hecho de que la crianza de los hijos pudiera ser tan exigente.
Si usted está esperando un bebé o ya tiene uno, el mejor consejo que alguien le puede dar es este:
Esté preparada mentalmente para satisfacer las demandas, y luego propóngase en su corazón a darle a su niño la tan necesitada atención y tiempo, una y otra vez.
Consejos para la Crianza de los Hijos - Amor Genuino
El siguiente consejo que podría darle sería que los niños no pueden crecer y ser adultos sanos, felices y bien ajustados, a menos que sean amados -- amados genuinamente por sus padres. Los niños necesitan saber que son especiales, importantes, e irremplazables. De otra manera, no serán capaces de superar esta afirmación tan necesitada. Tratarán de buscarla en las drogas, en las malas relaciones, y en la rebelión. No estarán equipados emocionalmente para soportar de frente la presión de grupo.
Los niños se esfuerzan para obtener la aprobación de sus padres. Pero, nosotros como padres no seremos capaces de dar esta aprobación a un nivel constante si no llegamos primero a entender el consejo número uno, que los niños necesitan nuestro tiempo y atención. Esto es normal para cualquier niño, y si nosotros no entendemos lo imperativo que es esto, en lo profundo de nuestros corazones y mentes, entonces el mensaje que les daremos a nuestros niños es que son una carga. Piense en esto, será imposible para un niño el sentirse como una carga si nosotros nos proponemos primero en nuestros corazones al darnos a nosotros mismos por sus necesidades. Esto es amor genuino y conocemos esto por el ejemplo de Jesús: Él se dio a Sí mismo por nosotros, lo hizo debido a su amor genuino.
En Juan 15:12, Jesús dice: “Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado."
Consejos para la Crianza de los Hijos - La Importancia del Respeto y la Guía
Esto nos trae a nuestro siguiente consejo, el cual es la guía. Los niños aprenderán lo que ellos vivan. Si nosotros los irrespetamos, ellos nos irrespetarán a nosotros y a otros. Una forma común en que nosotros como padres irrespetamos a nuestros hijos es al no disciplinarlos cuando nos irrespetan.
Por ejemplo: Yo le digo a mi hijo de cuatro años, Johnny: "Es hora de irse a la cama, date prisa." Su respuesta es: "NO" y yo me río y digo: "Que lindo." Yo lo he irrespetado. En otras palabras, yo no me preocupé por su necesidad de una guía. Si nosotros entramos en la casa de alguien y fumamos, después de que han expresado su deseo de que no fumemos en su casa, yo estaría irrespetando las necesidades del dueño de la casa. Si nos reímos cuando nuestros niños nos faltan el respeto (lo que harán a veces) o no los corregimos, irrespetamos las necesidades de ellos. Los niños necesitan guía. Pero, a menos que nuestra guía provenga del amor, terminará como nada más que ordenes: "Yo soy el padre y tú no eres nada, ¡haz lo que te digo!"
Como padres, les debemos a nuestros hijos el guiarlos para llegar a ser niños respetuosos. De otra forma, crecerán sin respeto por todas las autoridades.
El guiarlos toma tiempo y amor -- mucho tiempo y mucho amor. Nunca, nunca se rinda.
Si los niños saben sin lugar a dudas que son amados, especiales, e importantes para sus padres, y están aprendiendo a respetar a los demás, están en el camino hacia un futuro sano y feliz. Pero la clave es el ser persistente y darse cuenta que ese pedacito de alegría vino a este mundo con un número de necesidades grandes, que podemos satisfacer si nos damos cuenta de las exigencias de la crianza de los hijos y los amamos en todas las etapas del crecimiento.
El Salmo 127:3 dice: "He aquí herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre."